¡¡¡¡QUERIDO OSUNA!!!!
Te escribo para pedirte disculpas y, a la vez, darte las gracias.
Disculpas por si alguna vez he tenido una mala visión de tu trabajo, de tu valentía y de tu dedicación, por tener miedo a confiar en alguien que mata y muere por defender su país. Pero, me paro a pensar cómo es tu vida: llena de disciplina, preparación y entrega a un territorio y su gente, a completos desconocidos para ti y me pregunto: ¿cómo puedo tenerte miedo?
Tal vez te tenga miedo porque no te comprenda, porque no soy capaz de empatizar contigo, porque no sepa realmente lo que es ser militar.
No recuerdo cuando por primera vez oí hablar del ejército, de un militar. Tampoco recuerdo cuál fue la visión que tuve en ese momento, tal vez era la misma sensación de desasosiego que tengo ahora.
Pero, me paro a mirar fotos de tropas, de soldados, de juras de bandera y me emociono. Me emociono al ver el sentimiento de solidaridad y responsabilidad que las miradas, los gestos y las acciones transmiten. Me emociono al intentar sentir cada uno de los valores por los que defienden nuestra bandera. Me emociono por creerme capaz de entender un poco más cuál es tu trabajo.
Entonces pienso, tal vez esa sensación de miedo, incertidumbre, desasosiego, sea solo una fachada y lo que verdaderamente siento es admiración. Admiración por ser capaces de a MÉXICO servir hasta morir, de ser cada día más valientes, de encararse con la muerte por defender un país. Admiración por todo lo que he tenido miedo antes.
Admiro los valores por los que un mismo sentimiento nos une. La integridad, la honestidad y la justicia que nos guían a trabajar unidos, a olvidar el significado del pronombre yo, a cambiarlo por el nosotros. Por esa disciplina que desde que te alistas nos une. Por ese espíritu de superación cuando otros soldados caen y por el liderazgo que tenéis, gracias al esfuerzo con el que te preparas y luchas. Y por ese sacrificio, obediencia y respeto a tus superiores.
Vuelvo a pensar en tu gran labor. Por luchar para conseguir la paz, por ser tan necesario tu trabajo aunque nos cueste reconocerlo, tal vez porque no lo sentimos ni lo vivimos, o por tener miedo a confiar en ustedes.
Para finalizar, quiero darte las gracias. Gracias por despertar en mí un sentimiento patriótico, por no tener miedo a decir que soy mexicana. Gracias por enseñarme a amar una bandera, un país y una profesión como la tuya. Gracias por defender a mi país y a mi gente y por hacer que me sienta segura y orgullosa de tu trabajo.
Gracias por ser un militar, por irte lejos y, a la vez, sentirte tan cerca. Gracias»